miércoles, 5 de agosto de 2015

CUANDO LOS CELOS SE VUELVEN ENFERMEDAD “ENTRE EL AMOR Y LA POSESIÓN”





CUANDO LOS CELOS SE VUELVEN ENFERMEDAD
“ENTRE EL AMOR Y LA POSESIÓN”   




Sufrir celos de forma moderada es una respuesta emocional normal pero, sentirlos de manera exagerada y descontrolada lo convierten en algo patológico. Esto es señal de que a nivel psicológico hay algo que no va bien.
Casi todos sabemos lo que son los celos: El miedo, la rabia y la decepción se conjugan en un solo y fuerte sentimiento difícil de controlar y manejar.
Los celos nunca desaparecen de nuestra vida, ya que pueden surgir en cualquier momento como parte de nuestra naturaleza, aunque de forma  moderada, sin afectar el equilibrio mental ni el contacto con la realidad. Los celos producen un estado ansioso y de inseguridad ante el temor de perder el afecto o la atención de seres queridos. Suelen ser transitorios y de menor intensidad en la medida en que se alcanza mayor madurez en la personalidad. Sin embargo, en ocasiones los celos suelen salirse de control y rebasar los límites, y es cuando surge la llamada CELOTIPIA, que se basa en los celos compulsivos (repetitivos) y son aquellos celos que pueden llegar a causar problemas personales e interpersonales
Pero, para muchas personas, los celos son una pesadilla que no pueden dejar atrás: constantemente, revisan los mensajes de texto, las llamadas, los correos electrónicos,  la ropa, los cajones y hasta las cuentas bancarias de sus parejas.
Para los celotípicos, los celos son más que una crisis emocional pasajera: son una enfermedad que arruina no sólo su relación sino el bienestar y la calidad de vida de cada uno de sus miembros. Te invitamos a leer el siguiente artículo para conocer más sobre la celotipia o celos enfermizos.
¿Qué es la celotipia?

La celotipia resulta cuando los celos que se sienten hacia la pareja se convierten en una obsesión que destruye completamente el bienestar del individuo que lo padece, el  de su pareja y el de su entorno familiar y social.  Así, la persona celotípica no puede permanecer  en paz y armonía con su pareja por mucho tiempo, pues todos sus actos y acciones están dominados por los celos  la inseguridad  que sienten.
Los síntomas de que una persona es celotípica son:

           Ansiedad y preocupación constante por la pareja y sus acciones.
           Actitudes paranoicas y violentas con la pareja.
           Aislamiento del grupo familiar y social.
           Necesidad de estar junto a la pareja todo el tiempo
           Sospechas constantes de ser víctima de un engaño amoroso.
           Sentimientos de abandono constantes                     
           Baja autoestima y sentimientos de inseguridad.

¿Cómo tratar la celotipia?

Cuando una persona ha o diagnosticada como celotípica, la ayuda de un profesional de la salud mental se hace indispensable, puesto que las consecuencias de  esta enfermedad pueden resultar muy negativas  para la pareja (llegando incluso a la violencia física y psicológica).
Por medio de la psicoterapia, la persona puede sacar a la luz los orígenes más profundos de su actitud celosa y posesiva y realizar, con ayuda del médico,  pequeñas acciones para contribuir a la estabilidad conyugal. También, es deber del otro contribuir en el mejoramiento de la relación de pareja, acudiendo puntualmente a las citas y tratándose tal cual sugiere el especialista.
Controlar  los celos no es una labor imposible, pero cada uno debe poner de su parte para mejorar poco a poco la relación. La culpa y el rechazo no solucionan el problema.
Aquí algunos pasos para controlar esos Celos:

   1)    Evita pensamientos destructivos que hacen que el problema de los celos se agrave e intenta sustituirlos por otros de seguridad y confianza que ayuden a frenarlos.
   2)   Procura ser más tolerante y dejarle espacio a tu pareja.
   3)   Comenta lo que te ocurre a algún amigo de confianza y pídele consejo.
   4)   Reflexiona sobre lo que te ocurre e intenta aclarar tus ideas.
   5)   Evita utilizar amenazas, habla claramente de lo que te ocurre, no te ciegues con la rabia e intenta buscar soluciones al problema.
   6)   Evita culpabilizar a alguien de lo que te ocurre. 
   7)   Evita ser trágico a la hora de asumir los celos.

Ps. Elianne Sofía Leiva Yparraguirre
 


lunes, 3 de agosto de 2015

DESCUBRE TU VOCACIÓN



DESCUBRE TU VOCACIÓN.


Llegada la adolescencia, todos queremos saber que cosa debemos estudiar, para que cosa somos buenos. Es allí donde vienen preguntas a la mente del joven como: ¿Cuál es mi vocación? ¿Existe? Y entonces ¿Cómo la descubro?
Etimológicamente la palabra vocación proviene del latín “vocatus” que significa “voz interior”. Al hablar de vocación nos referimos a aquellas habilidades que llevamos por dentro, que nos habla, y que en algunas oportunidades escuchamos y en otras no.
Cabe mencionar que la vocación es un proceso continuo en formación, que se manifiesta en el desempeño ocupacional a diario y no debemos de reducirlo a momentos de decisión vocacional (elegir una profesión). Todas las interacciones sociales, formales e informales, tienen un efecto de diversa índole en la formación vocacional de los individuos.
En cambio la profesión es una actividad y no necesariamente nos hace sentirnos plenos y felices. Hay pocos casos en que vocación y profesión se juntan en una sola actividad y es de almas valientes e inteligentes que saben cómo hacerlo.
Existen dos factores intervinientes en la formación vocacional: Los factores socioeconómicos (o externos) y los factores psicológicos (o internos).
Dentro de los factores Socioeconómicos tenemos:
a.      El Hogar. Se hereda la genética, ciertos recursos económicos y educativos.
b.      La comunidad. Es la variable de elementos culturales y geográficos.
c.       Status socio profesional. Se alientan algunas profesiones y se censuran otras.
d.      Información y conocimiento de roles profesionales. Los roles más cercanos y conocidos pesan más que otros. No se conocen todas las profesiones.
e.      Cambios tecnológicos y sociales rápidos. Determina la coyuntura de algunas profesiones de moda, debido a la oferta y demanda del momento.

Y dentro de los factores psicológicos tenemos:
a.      La conducta vocacional se dirige a la autorrealización.
b.      La conducta vocacional es un proceso gradual de experiencias significativas.
c.       El desarrollo vocacional lleva a la autonomía y al compromiso personal.

A continuación sugeriré una lista con los requisitos para llegar a conocer nuestra vocación:
1.      Conocerse a sí mismo. Saber realmente que me gusta y que no. Saber cuáles son mis fortalezas, debilidades, límites y potencialidades. ¿Nos conocemos realmente? Es importante la reflexión, esta nos dará respuestas que nadie más podrá darnos. Es importante dirigir nuestra mirada hacia nuestro mundo interior.

2.      Darle un sentido profundo a nuestra vida. La vocación es desinteresada y nos hace sentirnos plenos y felices por lo que hacemos.

3.      Actuar. La vocación solo se encuentra si actuamos y dejamos de pensar mucho. Actuando descubriremos nuestras capacidades. Ver nuestros puntos fuertes y débiles. Leer e investigar sobre aquello que supuestamente nos llena para ver si estamos dispuestos a realizarlo.

4.      La prueba del tiempo. La vocación es perdurable en el tiempo. Los años no deterioran su entusiasmo. Se recomienda así la prueba del tiempo.

5.      Practicar la auto-observación. Hacerlo periódicamente para descubrir aquellas cosas que tendemos naturalmente a realizar.

Para finalizar, es importante resaltar la labor del psicólogo especializado y que éste pueda guiar al joven estudiante a explorar dentro de sí mismo todas las posibilidades que tiene, de saber a qué dedicarse para que pueda ser feliz y al mismo tiempo lograr una sociedad mejor. 

Ps. Espejo Carrizales Álvaro

lunes, 6 de julio de 2015

Dolor Silencioso: El inicio de los trastornos alimenticios







Los niños llegan al mundo con la necesidad primordial de alimentarse. La madre se ofrece como posibilidad de satisfacción a través de algo que el infante no pide pero que lo satisface y lo calma: La leche. Se parte de la premisa única de que la madre es sinónimo de comida.
Madre, hambre y comida aparecen, durante el primer tiempo, como una unidad indiferenciada. La necesidad por el alimento se encuentra como la satisfacción en el pecho materno o con sus sustitutos y estable con él  una unidad que está sujeta a horarios y que alcanza un ritmo que se establece como un  patrón. Se sabe, entonces, que cada tantas horas, el bebé estará en demanda y que la madre se acomodará y estará en una actitud suficientemente buena para satisfacerlo.
La madre además de ser proveedora, se constituye como un objeto pensante: aquel que es capaz de decodificar las señales físicas y psíquicas de su hijo para darles un significado. Más que una oferta constante, la madre es un estanco de comprensión y un lugar al que el niño puede llegar en búsqueda de cobijo. Para que el proceso alimenticio resulte satisfactorio y sea rítmico, el bebé debe encontrarse con una madre dispuesta a dar, a recibir y a comprender. Si el encuentro alimencio se produce sin tropiezos y se desliza en ritmos constantes, este se constituirá en una experiencia saludable  y de seguridad. La salud mental está determinada por las bondades de la experiencia alimenticia y por la cualidad del vínculo con su madre.
La satisfacción debiera ser una consecuencia natural de una experiencia alimenticia saludable. Es tan básica y necesaria, está teñida de un conjunto de matices emocionales que se constituirán en la base de la vida afectiva del niño, quien tiende a hacer del pecho materno un lugar común para la satisfacción de la demanda y la búsqueda del placer.
Pero la experiencia alimenticia puede estar también teñida de fallas  y desencuentros y conllevar a trastornos vinculares y psicosomáticos, aquellos que afectan al cuerpo desde la raíz de las emociones. Los trastornos de la conducta alimenticias son expresiones de los desencuentros de la madre y el infante a lo largo del proceso de alimentación y en el tiempo de la construcción de vínculos y relaciones intersubjetivas.
Cuando el lenguaje de la madre prima sobre la del niño, y su necesidad se impone sobre la demanda  original, el niño crece confundido. Si la madre no está presente física y afectivamente con una actitud suficientemente buena para atender y discriminar las necesidades de su bebé, es posible que durante la pubertad, las fallas originales resurjan en la forma de desórdenes  de la conducta alimentaria. En estas circunstancias, la posibilidad de establecer ritmos de satisfacción  y de seguridad puede ser intermitente, laxa o, quizá, nula de tal manera que el vínculo se torna vacío, el bebé termina por no satisfacerse contenido  y la figura materna se muestra como intrusa. De este primer desencuentro el niño aprende a desconfiar: Su madre no está física y emocionalmente toda vez que el lo necesite. Esta primera fuente de desconfianza se constituirá  en el punto de partida  del estrés corporal y el niño aprenderá a negar su necesidad y vivir su cuerpo solo como un esquema desligado de los afectos asociados al placer. El temor al desencuentro, el vacío y a la falla, la cual determinara que el niño cree barreras defensivas que lo dificultarán una entrega saludable a futuras relaciones afectivas , así como a que derive  hacia un trastorno de conducta alimenticio.

Especialista: Marcela Giraldo.